El Domingo de Ramos, como sabéis, es el pórtico, la puerta de entrada a la Semana Santa… Este día rememoramos la entrada de Jesús en Jerusalén. Esta celebración, tal como he señalado en comentarios anteriores, tiene dos partes bien diferenciadas: la procesión con los ramos, con todo lo que tiene de alegría y alabanza; y, luego, la lectura de la pasión, que en realidad completa esa primera parte pues nos recuerda que es en Jerusalén donde Jesús será crucificado…
La entrada de Jesús en Jerusalén siempre me ha dado mucho que pensar… Sobre todo, cuando se cae en la cuenta de que, el mismo que es ensalzado este domingo, será crucificado cinco días más tarde… Y no pocas veces en la vida sucede lo mismo… Podemos vivir nuestros propios momentos de gloria y, al poco, poquísimo tiempo, pasar por momentos verdaderamente trágicos…
La lectura del último libro de Benedicto XVI, referente precisamente a estos últimos días de Jesús, hace una aclaración interesante… Señala que no es exacto decir que los mismos que aclamaron a Jesús al entrar en Jerusalén, pocos días después fueron los que pidieron su muerte… Él dice que quienes aclamaban a Jesús eran aquellos que lo acompañaban en el camino durante su subida a la ciudad santa, como queda de manifiesto en el evangelio de Mateo que leeremos en este ciclo A: «Los que iban delante de Él y los que lo seguían gritaban: “¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!”» La gente de Jerusalén, en realidad, resultaba ajena a todo esto… Sin duda, algunos habían oído hablar de Jesús pero, probablemente, la mayoría lo recibió tan solo con curiosidad o, incluso, con indiferencia… En la multitud que andaba por las calles en Jerusalén durante esos días cercanos a la gran fiesta de Pascua, esto seguramente no pasó de ser una anécdota…
Esto me lleva a reflexionar sobre las diversas actitudes que podemos tener ante estas fiestas que se aproximan… Se puede ser parte de sus discípulos, de aquellos que intentan seguir a Jesús en su camino hacia Jerusalén, en su camino de entrega; o se puede ser como aquellos que viven estos días desde la curiosidad; o, incluso, se pueden vivir estos acontecimientos desde la indiferencia, ignorándolos por completo… ¿De qué grupo formamos parte nosotros…? ¿Formamos nosotros parte de estos discípulos que acompañan a Jesús en su camino hacia Jerusalén, de aquellos que desean seguirle?; ¿somos parte de esa masa que vive la Semana Santa como una fiesta folklórica, de “interés cultural”, y que incorporamos como parte de nuestro “programa” de estos días?, o ¿somos como de aquellos que viven estos días con indiferencia, sin caer en la cuenta de lo que realmente significan?
En todo caso, dispongámonos a vivir estos días con sentido, con el corazón profundamente agradecido y sobrecogido ante tanto amor… No nos quedemos en el aspecto cruel y doloroso (¡cuánto mal somos capaces de hacer los seres humanos!)… Penetremos en los sentimientos de Jesús para aprender a amar como Él nos ama…
Os puede ayudar leer algunos de los materiales que encontraréis en la Etiqueta "Semana Santa"...
No hay comentarios:
Publicar un comentario