Hoy es Miércoles de Ceniza y,
con él, empieza la Cuaresma, el tiempo de preparación para la Pascua, el tiempo
de la resurrección, del Espíritu, de la vida…
La Cuaresma es un periodo largo
(46 días; 40 si quitamos los domingos), que nos brinda la oportunidad de “convertirnos”;
es decir, de pararnos a pensar dónde estamos, hacia dónde vamos, de modo que
podamos corregir el rumbo y orientar nuestra vida en la dirección correcta y,
para ello, el evangelio actúa muy bien como brújula pues nos ayuda a recuperar
nuestra conexión con Dios y con nuestros hermanos.
La Cuaresma, además, dada su
duración, es también una buena oportunidad para adquirir nuevos hábitos, más sanos
y mejor alineados con nuestros valores. Curiosamente, para crear nuevos hábitos
se necesitan entre 21 y 66 días, con lo cual, estos 40-46 días, vienen a ser la
media del tiempo necesario, así que, ¿por qué no aprovecharlos?
Para ello os propongo lo siguiente:
- Piensa QUÉ te conviene hacer o dejar de hacer en orden a esta “conversión” tan necesaria que llevas tiempo posponiendo: dedicar más tiempo a la oración, a mi familia, a leer el evangelio, a algún voluntariado… O, dejar de enfadarme por pequeñeces, no empeñarme en tener siempre la razón…
- Pregúntate “PARA QUÉ” lo quieres hacer; es decir, qué es lo que realmente quieres conseguir con ello. Puede ser mejorar mi conexión con Dios, con mi centro; mejor mis relaciones personales…
- Agéndalo, dale un tiempo concreto: marca CUÁNDO lo vas a hacer.
- Empieza HOY. No caigas en el autoengaño del “mañana empiezo”.
- Ponle PASIÓN, ganas. Imagínate como si ya lo hubieras conseguido. Experimenta el bienestar, la satisfacción que te produce.
- Y sé CONSTANTE. Los hábitos se adquieren con la práctica diaria y, no seamos ingenuos, cuesta, sobre todo al principio. Por eso son tan importantes los pasos anteriores.
¡Buena Cuaresma!
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