El evangelio de Marcos resalta en muchas ocasiones la dificultad
que tenían los discípulos para entender a Jesús. En esta ocasión, incluso pone
en boca de Jesús estas palabras: ¿Es que no acabáis de entender? Y, sí, a
nosotros nos pasa también lo mismo. Seguimos a Jesús con sinceridad de corazón,
pero hay cosas que nos cuesta entender… Nos cuesta entender por qué hay que
perdonar siempre; nos cuesta entender por qué tenemos que amar a todos, incluso
a nuestros enemigos; nos cuesta entender que para vivir hay que morir y que
solo el que se pierde se encuentra… El evangelio está lleno de paradojas que
nos cuesta entender porque nos empeñamos en pasarlo todo por nuestra cabeza, y
hay cosas que solo se entienden con el corazón… “El corazón tiene razones que
la razón no entiende”…
Tal vez ese es el secreto. Jesús nos invita a escuchar en el
silencio del corazón, en ese lugar sagrado donde Dios habita, donde no estamos
contaminados con palabras, ideas preconcebidas, necesidad de tener la razón y
encasillarlo todo dentro de nuestros esquemas…
Abre, Señor, nuestro corazón, para acoger tu mensaje de paz,
de amor, de modo que penetre nuestra vida, la transforme y la haga presencia de
tu paz y de amor…
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