viernes, 16 de septiembre de 2022

XXV Domingo (Ciclo C): Seamos creativos para hacer el bien (Lucas 16, 1-13)

 

1. LEE: Lucas 16, 1-13

Este domingo, la liturgia nos propone un evangelio desconcertante, el conocido como “Parábola del administrador deshonesto”.

Después de dedicar las tres parábolas sobre la misericordia a quienes lo criticaban por acoger a publicanos y pecadores que, como comentamos la semana pasada, lo que pretenden es darnos a conocer quién es y cómo actúa Dios, ahora se va a dirigir directamente a sus discípulos, es decir, a todos nosotros.

Una vez más, Jesús se va a valer de un hecho de la vida real para sacar una enseñanza. El caso es sencillo. Se trata de un administrador que ha estado malversando los bienes de su señor. Este, al enterarse, le anuncio su despido. Al verse en esta situación, aquel administrador rápidamente ingenia una estrategia. Se va a ir reuniendo con deudores del dueño y les va a rebajar la deuda. De este modo, cuando esté en la calle, tendrá a quienes acudir para cobrarles el favor.

Una lectura rápida de la parábola nos da la impresión de que Jesús alaba a este administrador tramposo. Sin embargo, si la leemos despacio, veremos que, sin negar que su actuación es deshonesta, es su señor quien se admira de su ingenio.

Este hecho le lleva a Jesús a una reflexión: los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz… Quienes obran el mal, quienes actúan en su propio beneficio, los ladrones, los corruptos, los… son más ingeniosos y creativos que quienes estamos llamados a trabajar por una sociedad más justa y equitativa, por un mundo según el corazón de Dios…

Por eso, Jesús no alaba la trampa, sino la astucia, el ingenio para resolver una situación adversa.

Así mismo, aprovecha la oportunidad para recordarnos que nosotros somos administradores de los dones y bienes del Señor, pues tenemos la tendencia a olvidarnos de ellos y a apropiárnoslos. Y que, como administradores que somos, tendremos que dar cuenta de esta administración, del uso que hemos hecho de ellos…

La enseñanza de esta parábola, por tanto, es doble. La primera, recordarnos que somos solo administradores de los dones y bienes que tenemos, y que el Señor nos los ha dado no para acaparar o para nuestro propio beneficio sino para compartir y ponerlos al servicio de los demás y que daremos cuenta de esta administración. Y, en segundo lugar, es una llamada a que seamos sagaces y creativos para colaborar en la construcción de un mundo más justo y humano.

2. MEDITA
  • ¿Me considero un buen administrador de los dones y bienes que el Señor me ha confiado? ¿Los comparto y los pongo al servicio de los demás?
  • ¿Soy una persona “astuta” y creativa para hacer el bien?
3. ORA
  • Dialoga con el Señor...
  • Pídele… Dale gracias…
  • Haz silencio en tu interior…
4. COMPROMÉTETE
  • ¿A qué te invita su Palabra?
  • ¿Qué podrías mejorar o cambiar?

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