viernes, 30 de septiembre de 2022

XXVII Domingo (Ciclo C): "Nuestra misión es servir"


1. LEE: LUCAS 17, 5-10

Seguimos acompañando a Jesús en su camino hacia Jerusalén. Y, a lo largo de ese camino, Él nos sigue formando como discípulos, como cristianos, indicándonos cómo vivir para ser verdaderamente hijos y hermanos, para vivir de acuerdo a nuestro ser más profundo.

Hoy el evangelio nos da dos nuevas enseñanzas. En primer lugar, se nos habla de la fe. Jesús acaba de hablar del perdón, de la importancia de vivir reconciliados, de perdonar las veces que sea necesario, de perdonar siempre. Ante esto, los discípulos le piden: “Señor, auméntanos la fe”. La fe no como una serie de verdades que hay que creer sino la fe como confianza en Jesús, confianza en sus palabras, en su propuesta, en su propuesta de vida.

La respuesta de Jesús indirectamente replantea la petición. No se trata de tener más fe. No se trata de cantidad sino de calidad. De hecho bastaría una fe del tamaño de una semilla de mostaza, es decir, muy pequeña, para que Dios pueda realizar a través de nosotros cosas extraordinarias… La fe tiene un poder inmenso, pero la fe como confianza en Dios, en su poder, en su amor que es capaz de realizar maravillas. De allí que sería bueno preguntarnos cómo es nuestra fe, cómo es mi fe, sobre todo, si es confianza, abandono en manos del Padre.

Acto seguido, Lucas nos regala una nueva parábola, la que conocemos como “parábola del siervo inútil”. Como siempre, Jesús se sirve de un lenguaje e imágenes desconcertantes para hacernos pensar y, sobre todo, reaccionar.

La narración es sencilla. Se trata de un siervo, un empleado, que llega a la casa de su señor después de una jornada de trabajo. Entonces, Jesús lanza tres preguntas que, si nos fijamos, lo que viene a decirnos es que aquel empleado sencillamente ha hecho su trabajo y que, por tanto, no debe andar buscando reconocimiento ni recompensas. Nos recuerda, por tanto, que nosotros estamos llamados a servir a los demás y que, al hacerlo, hacemos sencillamente lo que tenemos que hacer. Se nos recuerda, una vez más, cuál es nuestro lugar en el mundo. Solo Dios es Dios, nosotros somos administradores, somos siervos, somos hijos, somos hermanos. Solo Dios debe estar en el centro, no yo. Y lo propio del hijo es estar al servicio de su padre y, recordemos que a Dios se lo sirve, sirviendo a los demás.

2. MEDITA
  • ¿Cómo veo mi fe? ¿Cómo la ve el Señor?
  • ¿Tengo presente que yo solo soy un servidor del Señor y de mis hermanos o a veces me considero con derecho a una “recompensa” por mis servicios prestados?
  • ¿Cómo ando de gratuidad y de servicio?
3. ORA
  • Dialoga con el Señor...
  • Pídele… Dale gracias…
  • Haz silencio en tu interior…
4. COMPROMÉTETE
  • ¿A qué te invita su Palabra?
  • ¿Qué podrías mejorar o cambiar?

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