Vivimos en una sociedad competitiva que nos incita, más aún, nos exige ser los primeros… Quien no es el primero de la clase, el primero en llegar a la meta, el primero en una cadena de mando, se puede llegar a sentir profundamente frustrado…
Ser los “primeros” responde a un deseo profundo que llevamos todos dentro y, Jesús, cuenta con ello… ¡Él también nos estimula a ser los primeros! Pero, como siempre, maneja unos criterios muy distintos a los nuestros…
Normalmente se nos enseña que para ser los primeros tenemos que estar por encima de los demás, ser mejores que ellos, de allí muchas de las zancadillas, traiciones y malas artes que se utilizan de muchas formas, algunas de ellas sutiles, para pertenecer a ese selecto grupo de “ganadores”… Y de allí, también, muchas amarguras, al ver que otros nos llevan la delantera o, según nuestros parámetros, son mejores que nosotros, ocupan un mejor puesto, son más reconocidos…
Pero, ¿qué nos dice Jesús al respecto?
El evangelio de hoy nos cuenta un episodio de la vida de Jesús en el que dos de sus apóstoles –Santiago y Juan– le piden sentarse a su derecha y a su izquierda, es decir, ocupar un puesto privilegiado, por encima de sus demás compañeros… Los otros diez se indignaron al escuchar a estos dos hermanos, probablemente no porque les pareciera descabellada su petición, sino porque se les habían adelantado… Si Jesús les concedía lo que pedían, ellos quedarían desplazados, por tanto, lo que sentían era sencillamente envidia… (Mc 10,32-45)
Jesús, sin embargo, va a aprovechar este malestar, para dar una enseñanza… A fin de cuentas les viene a decir: ¿Vosotros queréis ser los primeros? ¡Me parece estupendo! Pues yo os voy a decir como serlo: poneros al servicio de los demás… En el Reino de mi Padre, aquellos que son más valorados son quienes han comprendido la lógica del amor, aquellos que han aprendido a regirse por los valores del Evangelio… Una vez más, se nos invita a vivir como vivió Jesús, que no vino para que le sirvieran sino para servir, que no estuvo en medio de la gente para ponerse por encima de nadie, sino para ser uno de tantos…
¡Cuántas veces buscamos destacarnos en algo y luchamos por ser los mejores! Como dice el refrán, “mejor se cabeza de ratón que cola de león”
¡Destaquémonos en el servicio, pues es lo que más nos asemeja a Jesús…! ¡No luchemos por los primeros puestos… aprendamos a estar en lugares discretos, como el Padre, que nos colma de sus dones y beneficios, manteniéndose en un discreto segundo plano, haciéndonos creer que todo lo hacemos por nuestras propias fuerzas e iniciativas…
Prueba hoy, en algún momento, a ceder el paso, a ceder protagonismo… y observa cómo el Padre sonríe al reconocer en ti las mismas actitudes de su Hijo Jesús…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario