jueves, 16 de julio de 2009

¿Has pensado cómo Dios respondería al “Padre nuestro”? Diría:

Hijo mío que estás en la tierra y te sientes preocupado, confundido, desorientado, solo, triste, angustiado…

Conozco perfectamente tu nombre y lo pronuncio bendiciéndolo, porque te amo y te acepto como eres.

Juntos construiremos mi Reino, del cual tú eres heredero; y en eso no estás solo, porque yo estoy contigo, del mismo modo que tú estás conmigo.

Deseo que hagas siempre mi voluntad, porque mi voluntad es que tú seas feliz ya aquí y ahora.

Tendrás el pan de cada día, no te preocupes. Pero recuerda que no es sólo para ti; te pido que lo compartas siempre con tu prójimo, y te lo doy a ti porque sé que lo considerarás tuyo y de todos tus hermanos.

Perdono siempre tus pecados, más aún, te absuelvo antes de que los cometas. Sé que los cometerás, y sé también que, muchas veces, es la única manera que tienes de aprender, crecer y acercarte a mí… Te pido que, del mismo modo, te perdones a ti mismo y perdones a aquellos que te hacen daño.

Sé que tendrás tentaciones y estoy seguro de que las vencerás. Aprieta mi mano, agárrate a mí y yo te daré la luz y la fuerza necesarios para que seas liberado del mal.

No olvides nunca que te amo antes de que nacieras y que te amaré siempre, toda la eternidad, porque estoy en ti, así como tú estás en mí.

Que mi bendición descienda sobre ti y permanezca contigo siempre; y que la paz y el amor eterno te acompañen siempre. Sólo los podrás hallar en mí y sólo yo puedo dártelos porque yo soy el Amor y la Paz.

Amén.

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