El día del Corpus se suelen realizar procesiones con el Santísimo Sacramento... El Señor sale a la calle para ser reconocido y adorado..., para salir a nuestro encuentro y bendecirnos... Pero conviene recordar que, el Cuerpo del Señor está, sobre todo, para ser comido...
Dicho así puede sonar un poco fuerte, pero si lo pensamos bien, lo realmente maravilloso es que el Señor Jesús haya querido quedarse entre nosotros como alimento... Él mismo nos alimenta con sí mismo, con su cuerpo y con su sangre, con su ser y con su vida... No sólo nos deja un proyecto de vida, ser continuadores de su misión en este mundo, sino que nos proporciona el alimento necesario para sostenernos espiritualmente en este camino, en nuestra pequeña historia...
Y, efectivamente, éste es el aspecto que se ha querido resaltar al elegir el evangelio para la eucaristía: la multiplicación de los panes, tal como nos la transmite el evangelista Lucas (9, 11-17). En este evangelio se destaca el poder de Jesús para dar de comer a la multitud que lo sigue... Con ellos demuestra una sensibilidad especial ante el ser humano entero, cuerpo, alma y espíritu... Necesitamos pan para alimentar el cuerpo, pero también necesitamos pan para alimentarnos espiritualmente y este pan es Jesús que se nos da, se nos entrega para comunicarnos su misma vida...
No se si mañana tendréis ocasión de ir a a eucaristía. De hecho en muchos lugares se ha traslado esta fiesta al domingo por la dificultad de muchos cristianos de ir a misa entre semana... En todo caso, cuando vayáis, sea mañana o el domingo, pidámosle al Señor la gracia de ser conscientes de que en esa forma tan pequeña, es el Señor mismo el que ha querido venir a habitar en nuestra pequeña casa, ser nuestro alimento, para, también nosotros, ser alimento para los demás.
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