sábado, 5 de junio de 2010

¿Por qué Jesús habla en parábolas? (Mt 13, 10-16)

Empezamos la sección de Mateo dedicada a recopilar distintas parábolas de Jesús. Este evangelista ha reunido muchos de estos textos (no todos), precisamente a continuación de los relatos sobre el rechazo del que Jesús fue objeto durante su vida pública. Si os acordáis, en otro momento ya hemos dicho que los discursos de Jesús en el evangelio de Mateo, vienen a ampliar o dar continuidad a lo dicho en los relatos anteriores. Así, por ejemplo, el discurso misionero del cap. 10, está a continuación de las intervenciones milagrosas de Jesús y, en ese discurso, lo que se nos dice es que todos estamos llamados a continuar la acción liberadora del Maestro.

Recordemos, también, que Mateo organiza su evangelio en torno a 5 discursos, evocando así el Pentateuco. Ahora empezaremos a comentar el tercer discurso, dedicado a explicar la dinámica del Reino que propone Jesús.

Todos los comentaristas están de acuerdo en que las Parábolas son originales de Jesús; es él quien “inventa” este género literario. Jesús tenía el arte de hablar a la gente sencilla de manera sencilla. Jesús no era amante de los grandes discursos filosóficos ni de grandes teorías teológicas. Jesús habla de Dios de manera experiencial, plástica, a través de ejemplos e imágenes que suelen ser más elocuentes que muchas palabras. Sin embargo, parece ser que no todos entendían este lenguaje. De allí la pregunta recogida en el evangelio: “¿Por qué razón les hablas en parábolas?” (v. 10). Y, como respuesta a esta pregunta, se cita un texto misterioso del profeta Isaías que dice: “Para que con ello se cumpla lo que decía el profeta Isaías: oiréis, pero no entenderéis; miraréis, pero no veréis”. (v. 14).

Muchos se escandalizan al oír estas palabras y no las entienden… Es como si Jesús hablara en parábolas precisamente para no ser entendido… Y, claro, eso resulta chocante…

Sin embargo, Jesús continúa diciendo: “Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado” (v. 15). Con ello lo que viene a decir es que el problema no son las parábolas, sino la dureza de corazón que está en una situación de cerrazón ante el mensaje de Jesús. En realidad es todo lo que hemos visto en los dos capítulos anteriores cuando se presentaba el rechazo a la persona y al mensaje de Jesús… Es decir, el lenguaje parabólico actúa como una “criba”… Quien tiene el corazón cerrado, no entenderá nada, porque se queda en la superficie del relato y no se tomará el trabajo de intentar entender el mensaje; en cambio, para quien está en búsqueda, las parábolas siempre resultarán sugestivas, nos llevará a hacernos preguntas y, en ese proceso, el Señor nos hablará al corazón ayudándonos a comprender su mensaje…

Por tanto, Jesús nos invita una vez más a estar abiertos a la novedad de su mensaje, a disponernos a acoger sus palabras…

En este capítulo 13, Mateo recoge 7 parábolas: La parábola del sembrador, la parábola de la cizaña, la parábola del grano de mostaza, la parábola de la levadura, la parábola del tesoro, la parábola de la perla y la parábola de la red. En todas ellas se hará una reflexión sobre la incredulidad y se nos invitará a entrar en la dinámica del Reino.

1 comentario:

Selah dijo...

En este mundo se reconocen a los verdaderos cristianoa por sus obras no por lo que digan