sábado, 4 de junio de 2016

Fiesta del Inmaculado Corazón de María. (Lc 2, 41-51)

“María conservaba todo esto en su corazón.”
Hoy la Iglesia celebra el inmaculado corazón de la Virgen María… Precisamente el día después de que hemos celebrado el Corazón de Jesús… Con ello, pone de manifiesto la enorme unión entre María y su Hijo, hasta el punto de que María llegó a tener su mismo corazón… Así, de esta manera tan sencilla, se nos muestra a nosotros el verdadero camino del seguimiento: estamos llamados a tener el mismo corazón, los mismos sentimientos que Jesús, igual que María.
El corazón habla de profundidad, de interioridad, de sensibilidad, de afecto. Cuando una persona es bondadosa, limpia, solemos decir: qué corazón más bueno tiene. Lo que realmente llega al corazón no son las ideas, son los gestos de cercanía y ternura.
La lectura de hoy termina diciendo: “Su madre conservaba todo esto en su corazón”. No dice que le daba vueltas en la cabeza para intentar “comprender” o sacar conclusiones lógicas… Las “guardaba en el corazón” para dar tiempo a que Dios le desvelara el sentido de los acontecimientos, para que le ayudara a comprender, desde dentro, muchas cosas que ella, en un primer momento, no entendía…
En este caso, después de haber estado buscando a Jesús durante tres días (alusión a los días que permanecerá en el sepulcro antes de la resurrección); después de su angustia y preocupación, escucha de su hijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa (o en las cosas) de mi Padre? En un primer momento esto puede sonar casi a desprecio, a desconsideración… María podría haberse sentido ofendida, despreciada… Sin embargo, calla y guarda todas esas palabras en el corazón… Está convencida de que, lo que no entiende ahora, tiene un sentido que le será revelado si se da tiempo, si le da tiempo a Dios…
Que el contemplar el corazón de María, nos anime a pedirle al Señor tener un corazón como el suyo…

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