lunes, 27 de junio de 2016

Te seguiré adonde quiera que vayas... (Mt 8, 18-22).

Un persona se acerca a Jesús y le dice espontáneamente: "Maestro, te seguiré adonde quiera que vayas..." Esto me recuerda una sencilla oración que decimos las Catequistas al salir de casa: "Llévame donde Tú quieras, pero ven Tú conmigo..."
El cristianismo no es una doctrina que hay que aprender, unos preceptos morales que hay que guardar o unos ritos que hay que practicar... Ser cristiano es haber encontrado o mejor, haber sido encontrados por Jesús en nuestra vida. Ser cristiano es seguir a Jesús; es decir, ir creciendo en la consciencia de que Él va por delante y me indica un camino; y aprender a estar atentos a su voz, a sus indicaciones, a sus "inspiraciones"...
Cuántas veces a lo largo del día nos habla, nos invita, nos sugiere tener pequeños gestos de amor, de servicio... Hacer una llamada, una visita, escribir un email... Pequeños gestos que hacen mejor la vida de los demás... Y, en algunas ocasiones, también grandes gestos, con una gran incidencia en nuestro entorno... Colaborar en una buena causa, comprometerme en una acción de voluntariado, perdonar... Pequeños o grandes gestos..., lo importante es aprender a escuchar y seguir esa voz...
En el evangelio de hoy, Jesús nos previene contra dos obstáculos en el seguimiento. Uno, asociar el seguimiento a algo que nos da paz y seguridad... Es la tentación de quienes viven la religión como una burbuja... Por eso dice: quien me sigue no tendrá una guarida donde refugiarse ni un lugar tranquilo donde reposar... Porque seguir a Jesús nos inquieta y nos interpela; nos saca de nuestra zona de confort. Y, la segunda tentación es, como se dice ahora, "procastinar"..., dilatar, no terminar nunca de hacer lo que sabemos que tenemos que hacer y poner peros, excusas...Es lo que le dice un discípulo: "Sí, pero deja que primero..."
Seguir a Jesús toca el momento presente, el aquí y ahora...
Qué hermoso es vivir la vida sabiéndonos acompañados por Jesús, con la consciencia de que viene a nuestro lado... Vivamos atentos a sus inspiraciones, y unámonos a esa oración: "Llévame donde Tú quieras, pero ven Tú conmigo" (Dolores Sopeña).

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