jueves, 28 de julio de 2022

XVIII Domingo (Ciclo C): Parábola del rico insensato (Lc 12, 13-21)

1. LEE: Lucas 12, 13-21

Entramos ya en el domingo 18 del tiempo ordinario y proseguimos la lectura del evangelio según san Lucas, c. 12, vv. 13-21, que es una enseñanza sobre el peligro de los bienes materiales a propósito de un problema por una herencia.

El capítulo 12 es, casi todo, un largo dis­curso de Jesús a los discípulos que comienza con una llamada a la confianza en la providencia para, luego, abordar el peligro de las riquezas.

A Jesús se le propone que actúe de árbitro en el reparto de una herencia que ha provocado el enfrentamiento de unos hermanos. En tiempos de Jesús, el hermano mayor heredaba las dos terceras partes de los bienes. Por eso, puede que esta demanda sea hecha por el hermano menor. Este, lamentablemente, no es un problema de otros tiempos, sino de siempre. Cuán­tas veces repartir una herencia ha destrozado las relaciones familiares.

Jesús se niega y no entra en cosas tan banales (para él) como el reparto de herencias, pero apro­vecha la ocasión para denunciar la ambición desencadenante de ese enfrentamiento entre hermanos. Por eso, yendo al fondo de la cuestión, les hace una recomendación radical: «guárdense de toda clase de codicia», porque ésta es la raíz de muchos males; y aprovecha para dar una nueva enseñanza: la codicia y la acumulación de bienes no encajan en la vida de un discípulo .

Al protagonista de la parábola, que ha conseguido tener bienes para poder “descansar, comer, beber y darse buena vida”, nosotros no dudaríamos en calificarlo de “afortunado” porque ha logrado lo que hoy para muchos es su mayor aspiración en la vida. De hecho, en una sociedad consumista como la nuestra, se nos ofrecen una serie de propuestas que prometen la felicidad y, en la medida de que tengamos el dinero necesario para adquirirlas, seremos felices. Para quienes disfrutan de una buena posición económica se acabaron los problemas y todas las preocupaciones, viven una alegría tan desbordante que los lleva hasta las lágrimas.

Jesús, por el contrario, al rico lo califica de “insensato”. Literalmente “in-sensato” es el que carece del sentido de la realidad. El diccionario de la RAE ofrece como sinó­nimos: inconsciente, tonto, necio, fatuo… Este término lo encontramos con frecuencia en la literatura bíblica con el significado de ausencia de buen juicio, prudencia o sabiduría.

Al disponer de tantas ventajas como las que ofrece el dinero, el rico de la parábola se de­clara autónomo y autosuficiente. Olvida las expe­riencias de apoyo y salvación que Dios le ofreció, personal y comunitariamente. Ahora, en la práctica prescinde de Dios (olvida que todo es don y gracia) y de los demás (solo piensa en acumular, no en compartir).

Notemos los “peros” en el diálogo primero y los “mis” en la parábola: el rico está en­cantado de haberse conocido. Destaca su posesividad egoísta: mis graneros, mi trigo, mis bienes, mi alma… Es un comportamiento “necio” e “insensato”: es inútil preocuparse por acumular bienes cuyo disfrute no es se­guro; es inútil confiar en unos bienes que no garantizan la vida.

Son evidentes las ventajas que traen consigo las riquezas, pero hay que estar alerta frente a los riesgos que llevan consigo. El problema no son los bienes sino la codicia. La “codicia” (el ansia de tener cada vez más) nos separa de Dios, que es finalmente el que garantiza la pervivencia de toda persona, y de los demás. En cambio, la solidaridad activa nos une a Dios y a los hermanos necesitados.

2. MEDITA
  • ¿He construido mi imagen, mi valoración personal a partir de los bienes que tengo?
  • ¿Aspiro únicamente a tener una buena situación económica o me preocupo ante todo por ser “rica” ante Dios?
  • ¿Qué lugar ocupa en mi vida la solidaridad, el compartir?
3. ORA
  • Dialoga con el Señor...
  • Pídele… Dale gracias…
  • Haz silencio en tu interior…
4. COMPROMÉTETE
  • ¿A qué te invita su Palabra?
  • ¿Qué podrías mejorar o cambiar?

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