La Iglesia Católica tiene una hermosa tradición conocida como "Mes de Mayo", que consiste en tener un recuerdo especial, a lo largo de todo este mes, a la Virgen María.
Investigando el origen de esta devoción he encontrado lo siguiente:
¿Por qué elegimos mayo como el mes en el que ejercitamos una devoción especial a la Bienaventarurada Virgen María?
La primera razón es porque es el tiempo en el que la tierra estalla en tierno follaje y verde pastos, después de las severas heladas y nieves del invierno, y la cruda atmósfera y el viento salvaje y las tempranas lluvias de la primavera. Porque los retoños brotan en los árboles y las flores en los jardines. Porque los días se vuelven largos, el sol nace temprano y se pone tarde. Porque semejante alegría y júbilo externo de la Naturaleza es el mejor acompañante de nuestra devoción a Aquella que es la Rosa Mística y Casa de Dios.
Alguien podría decir, «cierto, pero a menudo el tiempo es desapacible en el inclemente mayo». Nada que objetar, pero aún así, nadie puede negar que al menos sea el mes de la promesa y de la esperanza. Aunque el tiempo sea malo, es el mes que inicia y preludia el verano. Sabemos, que aunque mayo sea desagradable, el buen tiempo llegará tarde o temprano. Como dice el profeta, el esplendor y la belleza «corre al cumplimiento y no fallará, si tarda espérala, porque en verdad ha de acaecer, no se retrasará».
Mayo es el mes, si no de la consumación, al menos de la promesa, ¿no es este el sentido en el que más propiamente recordamos a la Santísima Virgen María, a quien dedicamos el mes?
El profeta dice: «un vástago saldrá del tronco de Jesé, una flor surgirá de sus raíces». ¿Quién es esa flor si no Nuestro Señor?, ¿quién es el tronco, o el hermoso tallo o planta de la cual crece la flor, sino María Madre del Señor, María Madre de Dios?
Fue profetizado que Dios vendría a la Tierra. Cuando el tiempo llegó a su plenitud, ¿cómo fue anunciado? Fue anunciado por el Ángel a María: «Salve, la llena de gracia», dijo Gabriel, «el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres». Ella era la promesa segura de la venida del Salvador, y por todo esto, mayo es especialmente distinguido como su mes.
En cualquier caso hay testimonios antiguos de la dedicatoria del mes de mayo a la especial devoción a Nuestra Madre. Por un lado el Tricesimun (los treinta días de devoción a la Virgen) de origen desconocido, en cualquier caso anterior al siglo doce, o el «Ben venna Mayo» de las Cántigas de Alfoso X el Sabio, que constata que mayo ya se le dedicaba a la Virgen al menos en España.
(Fuente: De Lapsis)
Igual que este mes dedicamos un día a celebrar a nuestra madre en la tierra, dediquemos a lo largo de este mes un recuerdo especial a nuestra Madre del cielo.
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