La celebración de la fiesta de la Ascensión del Señor 40 días después de la Resurrección se la debemos al evangelista san Lucas. Es él quien, como gran teólogo y catequista, elabora un esquema sencillo de recordar y que facilita la comprensión del Misterio Pascual.
El esquema evangélico básico es el siguiente: Jesús resucita al amanecer del primer día de la semana, durante un tiempo se aparece a sus discípulos quienes reciben el Espíritu Santo que el Señor les había prometido... En esto coinciden todos los evangelistas...
Para san Juan, todo ocurre de manera simultánea, todo forma parte de una única realidad. Así, en el mismo momento en que Jesús muere, dona su Espíritu (Jn 19, 30); y en el momento ya de la primera aparición a los discípulos en el Cenáculo, el mismo día de la resurrección, sopla sobre ellos el Espíritu Santo (Jn 20, 22). Y, sí, en realidad, todo forma parte de un único misterio; al morir, Jesús vuelve a la casa del Padre (resurrección-ascensión) y nos entrega su Espíritu (pentecostés)... Todo ocurre en el mismo instante pues para Dios el tiempo no existe...
Esto, que es así, Lucas lo convierte en una Catequesis sencilla que nos facilita la comprensión del Misterio por "etapas": Jesús resucita el primer día de la semana, durante 40 días se aparece a sus discípulos (en el libro de los Hechos llega a hablar de multitud de apariciones, hasta a 500 discípulos), a los 40 días asciende a los cielos (vuelve a la casa del Padre) y después de 9 días (en los que los apóstoles con María se reúnen en oración y hacen una "novena"), reciben el Espíritu Santo (Pentecostés).
Al decir que se trata de una Catequesis, obviamente, no estamos diciendo que todo es mentira… Como dicen algunas personas, ¿entonces no es verdad que se apareció durante 40 días?, ¿entonces no es verdad lo de Pentecostés? ¡Claro que es verdad! El Señor resucitó, está sentado a la derecha del Padre y nos ha entregado su Espíritu Santo… Hablar de un esquema catequético lo que nos dice es que es algo tan profundo e importante, que hay que abordarlo por partes…
Precisamente por eso, la Iglesia en su liturgia ha adoptado también ese esquema. Durante 40 días nos invita a interiorizar el Misterio de la Resurrección y, luego, durante 9 días nos invita a pedir la venida del Espíritu Santo… Los seres humanos somos seres "temporales" y nos ayuda situar las cosas en el tiempo…
Dicho esto, ¿cuál es el mensaje catequético?
Hablar de 40 días de apariciones lo que nos intenta transmitir es que los discípulos necesitaron un tiempo prolongado para creer verdaderamente que Jesús había resucitado… No era algo fácil, y el Señor se les hizo presente de una manera especial para ayudarles a comprender… Así mismo, hablar de 40 días nos viene a decir que ellos también necesitaron un tiempo para descubrir el nuevo modo en que Jesús estaba presente en medio de ellos; ya no de manera física, sino espiritual pero, no por ello menos real… Las experiencias del resucitado arraiga en ellos la experiencia de que el Señor está Vivo, vive junto a Dios y nos acompaña en los avatares de la historia… Es una experiencia espiritual fundamental y revolucionaria… Es lo que imprime en ellos una valentía y confianza impresionantes… Y, así, una vez que tienen en sí la convicción de que el Señor está Vivo, necesitan también un tiempo (más "pequeño", 9 días), para caer en la cuenta de que la presencia del Espíritu es real y que la promesa del Señor de enviarnos un Paráclito, era verdad.
En realidad, este mismo proceso que vivieron los primeros cristianos, lo debemos hacer nosotros… También nosotros necesitamos tiempo para de verdad experimentar la presencia del Señor resucitado, no como alguien "físico", sino como esa presencia espiritual y tremendamente real que está siempre con nosotros. Y también, como ellos, necesitamos invocar al Espíritu Santo, no para que venga (como si no estuviera con nosotros), sino para que nos abramos a su acción y la acojamos…
Que este Tiempo Pascual que ya estamos terminando, nos ayude a interiorizar estos "Misterios" (os recuerdo que misterio es todo aquello que no podemos conocer por nosotros mismos sino que de alguna manera nos tiene que ser revelado) para acogerlos en nuestra vida…
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