Con la fiesta de Pentecostés se concluye el Tiempo Pascual. Y, sí, realmente tiene sentido… Con la venida del Espíritu Santo se inaugura un tiempo "nuevo", el tiempo del Espíritu que, curiosamente, coincide con el Tiempo Ordinario… La verdad, nunca había caído en la cuenta de esto y, ahora, al hacerlo, descubro que el Espíritu no actúa sólo en tiempos "extraordinarios" sino que forma parte de la vida cotidiana, está más presente de lo que nosotros podemos imaginar.
El Espíritu Santo ha sido siempre el gran desconocido. Se habla del Padre, de Jesús, pero no tanto del Espíritu, aunque hace ya unos años existe gran interés por Él.
El Espíritu es aquel de quien Jesús dijo: "Os conviene que yo me vaya, pues así vendrá el Espíritu…" "El no hablará por su cuenta, sino que os dirá todo lo que ha oído del Padre y de mí…" "Ahora no podéis entender todo lo que os digo, pero cuando venga el Espíritu, os lo recordará todo"… Hay muchas más afirmaciones de Jesús (os invito a leer los capítulos 14-16 del evangelio de Juan), pero he elegido estas tres, pues nos permiten atisbar algunos rasgos muy significativos de la tercera persona de la Trinidad…
El Espíritu es el encargado de continuar la misión de Jesús… Él "se va", "vuelve al Padre", deja su presencia física, humana, y ahora es el Espíritu quien continúa la obra de Jesús… Por eso se insiste en que no actúa por su cuenta, sino que existe una íntima relación entre la acción del Espíritu y Jesús… Es el Espíritu el que lleva a plenitud en nosotros la transformación en hijos y hermanos, tal como ha sido siempre el deseo del Padre y la misión del Hijo. Y es Él quien actúa en nuestro interior recordándonos, ayudándonos a comprender en cada momento, el mensaje de Jesús… Es Él quien nos inspira la palabra justa, la acción que corresponde en cada momento, basta estar atentos a su voz y dejarnos conducir por ella.
En la lectura de los Hechos de los Apóstoles en la que se narra Pentecostés, se utilizan dos imágenes para hablar del Espíritu: el viento y el fuego… Son dos imágenes fuertes y muy elocuentes…
El viento no se ve, pero es real… Nos damos cuenta de su presencia porque las cosas se mueven, porque refresca… Y, sí, así es el Espíritu… Cuando Él está presente, nada queda igual, todo se "mueve" y nos dirige hacia el Padre…
El fuego, en cambio, ilumina, purifica y da calor… Y es ésta también la acción del Espíritu… Nos da luz en nuestras oscuridades, en nuestras búsquedas; nos purifica de todo aquello que no nos permite vivir como hijos y hermanos, y nos calienta por dentro, haciéndonos sentir la presencia amorosa del Padre…
Que esta fiesta que celebramos nos ayude a vivir con más conciencia esta presencia que nos habita, nos transforma y nos conduce a lo largo de la vida….
1 comentario:
que el espiritu santo ilumine los corazones depiedra de todos aquellos que se alejan de la presencia de Dios.
muy buen blog
te felcito por la reflexion
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