El episodio de las espigas arrancadas en sábado que comentamos la semana pasada, ha puesto de manifiesto uno de los motivos de enfrentamiento entre Jesús y el grupo de los fariseos: su modo de interpretar y, por tanto, de vivir, una de las normas religiosas más fundamentales del judaísmo: el Sábado. Porque, según entendamos las cosas, así las viviremos.
Entonces, y en todos los tiempos, incluido el nuestro, hay un modo de interpretar la vivencia religiosa apegándose estrictamente a la normativa vigente; se hace lo que “está mandado”, sin mayores disquisiciones y, al hacerlo, somos fieles a Dios. En realidad, este es un modo sencillo y descomplicado de vivir, pues con hacer lo que está mandado es suficiente… No hace falta interpretar ni discernir… Esto, en términos generales, no está mal, pero a veces la vida nos presenta situaciones un poco más complejas que exige de nuestra parte una comprensión del espíritu, del sentido, de lo que “está mandado”. Y Jesús lo que intenta es eso, ayudarnos a comprender el sentido de los mandamientos que el Señor ha dado a su pueblo, mandamientos que lo que pretenden es ayudarnos a vivir nuestra condición de hijos y hermanos… Así, por ejemplo, robar no es malo porque Dios lo prohíbe en el Decálogo, sino que el Señor nos dice “No robarás”, porque quien roba, perjudica a su hermano. Así, los mandamientos del Señor son una ayuda para educar la conciencia, no normas rígidas y arbitrarias.
Por eso, en el episodio que estamos comentando, Jesús dice: “Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’, no condenaríais a los que no tienen culpa” (Mt 12,7)… ¿Es una crítica dura o más bien una lamentación? Yo me inclino a lo segundo… Jesús se lamenta de que no terminamos de comprender que es lo que Dios realmente quiere… Su Padre, nuestro Padre, quiere, sobre todo, misericordia, compasión hacia el hermano… ¿De qué sirven tantas prácticas religiosas si no tenemos un corazón compasivo? ¿De qué sirve tanta fidelidad a lo que está mandado si tenemos el corazón duro y pronto a condenar en vez de amar y salvar? No se trata de no hacer lo mandado; entenderlo así sería no entender. Se trata de entender el sentido de lo mandado. Los “sacrificios” tendrán sentido si son expresión de amor a Dios y si van de la mano a una práctica amorosa al prójimo… Ésta es la esencia del cristianismo y me atrevería a decir que de todo religión verdadera…
Jesús concluye esta intervención diciendo: “Porque el Hijo del hombre es señor del sábado” (Mt 12, 8). Es decir, si hay alguien con la autoridad suficiente para decirnos el sentido de lo que Dios quiere, es Él… De allí la importancia de leer y, sobre todo, entender el evangelio, pues es Jesús quien nos enseñe realmente el camino que conduce al Padre.
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