domingo, 10 de enero de 2010

Fiesta del Bautismo del Señor (Ciclo C)

El domingo siguiente a la Epifanía, la Iglesia celebra el Bautismo de Jesús. Con esta fiesta, se da por terminado el Tiempo de Navidad y da comienzo el denominado Tiempo Ordinario.

Del Tiempo Ordinario podríamos decir lo mismo que de la vida “ordinaria”. Es un tiempo en el que parece no suceder nada “especial” sino lo del día a día; sin embargo, es en el tiempo ordinario en el que transcurre la mayoría de nuestra vida, y ya lo creo que ocurren cosas importantes. Así mismo, el Tiempo Ordinario es el dedicado a contemplar a Jesús a lo largo de su Vida Pública, en el día a día de su vida, desde el Bautismo en el Jordán, hasta su entrada triunfante en Jerusalén, el Domingo de Ramos. Y es en ese acompañar a Jesús día a día, donde lo vamos conociendo… Qué hace, con quiénes se relaciona, qué siente, qué dice, cuáles son sus gustos, sus opciones, desde dónde toma sus decisiones, que da sentido a su vida…

El evangelista san Juan termina su Prólogo diciendo: “A Dios nadie lo ha visto jamás, el Hijo único, el que está en el seno del Padre, él nos lo ha contado” (Jn 1,18). Y, sin duda, ésta es la mejor motivación para adentrarnos en la vida de Jesús… Conocer a Jesús es conocer al Padre… Ver a Jesús es ver al Padre (cfr. Jn 14,9)… Todas nuestras “ideas” o “imágenes” de Dios, vienen puestas a prueba en Jesús… Todo aquello acerca de Dios que no coincida con lo que Jesús dice o hace, sencillamente no es verdad… Por eso es tan importante acercarnos a su persona y conocerlo a fondo, para aprender a ser como Él, que es el modo de aprender a ser hijos y hermanos.

Aprovecho también este espacio para recordaros que la Iglesia distribuye a lo largo de un año, la consideración de los grandes misterios de la vida de Jesús, desde su concepción, hasta su muerte y resurrección; es lo que conocemos con el nombre de Año Litúrgico. Este “año”, tiene dos puntos centrales, la Navidad (el nacimiento de Jesús) y el Misterio Pascual (su muerte y resurrección); todo lo demás gira en torno a esto… El Adviento nos prepara a la Navidad y la Cuaresma al Misterio Pascual… Y estos dos acontecimientos son tan importantes, que los celebramos durante muchos días seguidos (Tiempo de Navidad y Tiempo Pascual). Todo lo que no forma parte de estos tiempos “fuertes”, es el Tiempo Ordinario.

Para ayudarnos a acceder a lo más importante de la Escritura, la Iglesia ha distribuido los textos más importantes en las lecturas de la misa. A quien escucha las lecturas de las misas dominicales, recorrer lo principal del Evangelio le llevará tres años. Cada uno de estos años forma parte de los denominados Ciclos Litúrgicos. Por eso, hay tres Ciclos: A, B y C. ¿Cómo saber en qué Ciclo estamos? Hay un “truco” muy sencillo. Sumamos los números del año en el que estamos, por ejemplo 2010 = 3. Si el número es múltiplo de 3, estamos en el Ciclo C. Si es un número más, estamos en el A (es la letra siguiente a la C) y si es un número menos, estamos en el B (es la letra anterior a la C). Por tanto, el 2009 = 11 = 2 fue el Ciclo B y el próximo año 2011 = 4, será el Ciclo A. En realidad, basta recordar que el múltiplo de 3 es el ciclo C… Lo demás, se desprende de allí.

En cambio, quienes leen las lecturas propuestas para todos los días, leerán lo principal de los evangelios en un solo año y el Antiguo Testamento en dos años. Por eso en los misales se habla de “Años Pares” y “Años Impares”. En los pares se proponen unos textos del Antiguo Testamento y unos salmos; y en los impares, otros. De este modo, como os digo, podemos hacer una lectura bastante ordenada de toda la Escritura.

Al retomar el “Tiempo Ordinario”, a partir de la próxima semana proseguiremos nuestra lectura continuada del evangelio de Mateo, allí donde nos quedamos antes del Adviento, es decir, empezaremos el capítulo 12.

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