viernes, 16 de septiembre de 2016

Amar con ternura. (Lc 7, 36-50)

Hace ya tiempo escuché que la ternura es el amor puesto en el detalle. Es decir, el amor expresado en las pequeñas cosas que hacen la vida... Puedo dar un vaso de agua o servir una taza de café de muchas maneras... Las máquinas expendedoras también los hacen... Pero hay personas que hacen que ese vaso de agua o ese café se vuelvan inolvidables por la sonrisa con que lo sirven, la servilleta, no sé, pequeños detalles que hacen de esas cosas triviales algo especial. Lamentablemente, a veces vamos tan de prisa, que nos olvidamos de esto...
El evangelio de hoy nos presenta a Jesús en una comida. El anfitrión se escandaliza porque ha entrado en la sala una mujer de "mala vida" que va directamente hacia Jesús y le lava las pies con sus lágrimas, se los seca con sus cabellos y los besa... Jesús, que se da cuenta de todo, hace caer en la cuenta a Simón de que, aquella mujer, lo ha tratado con más delicadeza y ternura que él... Simón no tuvo ningún detalle con su invitado, ni siquiera la más mínima cortesía... No tuvo el gesto habitual de lavarle los pies -o hacérselos- lavar, dado que vendrían llenos del polvo del camino, ni siquiera lo saludó con el beso, muestra de hospitalidad... En cambio, aquella mujer, que estaba siendo menospreciada por el que se consideraba superior, tuvo no solo gestos de educación, sino gestos llenos de amor, de detalle, de ternura...
No perdamos estos pequeños detalles en nuestra vida cotidiana... Tengamos gestos de ternura y cariño con quienes tenemos cerca, que es con quienes más se nos olvida... Pero también con esas personas a quienes nos dirigimos, a quienes servimos... No hagamos las cosas de cualquier manera... Pongamos a todo, el sello de la delicadeza, el amor, la ternura... Hagamos de cada gesto, algo especial e inolvidable...

1 comentario:

Ricardo dijo...

Muy bueno comentarios, sencillos y llenos de vida.
¡Gracias!