jueves, 14 de abril de 2022

Jueves Santo: "Haced esto en memoria mía"

 

El Jueves Santo conmemoramos la Última Cena del Señor con sus discípulos más cercanos, entre los que se encontraban hombres y mujeres.

Siempre se había pensado que la Última Cena fue una cena pascual judía. Sin embargo, actualmente parece más verosímil la versión del evangelio de Juan que la sitúa la víspera de la Cena Pascual, precisamente para dejar en evidencia que la muerte de Jesús en la cruz coincide con el sacrificio del cordero pascual en el Templo. De esto se hizo eco el Papa Benedicto, hace ya algunos años, en su homilía del Jueves Santo de 2007.

Ahora bien, lo verdaderamente importante es caer en la cuenta de que los primeros cristianos tuvieron conciencia de que la verdadera Pascua no fue la que se celebró al salir de Egipto, sino la que celebró Jesús. Él es quien nos libera de la verdadera esclavitud, la del pecado, pues este nos aleja de la fuente de la vida que es Dios, rompiendo así la fuente de comunión conmigo misma, con los demás, con el Padre.

En la eucaristía del Jueves Santo se introduce el gesto de lavar los pies, y en las lecturas se repiten las palabras de Jesús: "Haced esto en memoria mía..." Las pronuncia al instituir la Eucaristía y en el Lavatorio de los pies...

Jesús insiste en un "hacer"... Pero, ¿hacer qué? ¿Se refería a seguir celebrando eucaristías?, ¿a repetir estos gestos en la consagración? Probablemente para aclarar la manera de entender esta expresión, Juan, en lugar de narrar la institución de la eucaristía, narra el lavatorio de los pies, con la intención de ayudar a entender mejor este mandato de Jesús.

Juan nos recuerda que Jesús, en un gesto desconcertante, se levantó de la mesa, de la cena que Él presidía, y se puso a lavar los pies a sus discípulos... Desconcertante por el momento (los pies se lavaban al entrar a la casa, como gesto de hospitalidad para quien llega con los pies llenos de polvo por el camino) pero, sobre todo, porque era un acto propio de esclavos...

El gesto de Jesús fue desconcertante. ¿Cómo Él siendo el Maestro y el Señor hace eso?... Jesús es experto en crear situaciones que generan desconcierto precisamente para dar una enseñanza... De hecho, ante la resistencia de Pedro al ver a Jesús sirviendo, Jesús le dice: "Ahora tú no entiende lo que yo hago, lo entenderás más tarde..." Y a los discípulos: "¿Entendéis lo que he hecho con vosotros?"... Y la pregunta hoy es: ¿Lo entendemos nosotros...?

La humildad, el servicio, no es algo que hay que hacer porque nos ha sido mandado o como una concesión... No... La humildad, el servicio, es el modo de ser de Dios, por eso es el modo en que vivió Jesús... Vivir de manera humilde y sirviendo a los demás es aprender a vivir como Dios y, por tanto, a vivir como sus hijos...

Por tanto, Jesús, tanto en el gesto del pan partido y del vino repartido, así como en el lavatorio de los pies, lo que viene es a poner delante de nosotros lo que ha sido toda su vida y lo que tiene que ser la nuestra: una vida que se da, que se entrega, que se parte, que se reparte, que se deshace por los demás...; una vida entendida como servicio humilde, sencillo, callado, a todos... Éste es el "hacer" al que Jesús se refiere... "Haced esto..." quiere decir, vivid como yo he vivido, ¡eso es lo que Dios quiere, ésa es la voluntad de mi Padre sobre ti, sobre el mundo!... Por eso, en el lavatorio de los pies, añade: "Y seréis felices si lo hacéis..." Es decir, el secreto de la felicidad es el servicio…

Cuando se entiende así, la eucaristía cobra todo su sentido... En la eucaristía, el Señor nos alimenta con su propio cuerpo y con su propia sangre; es decir, con su propia vida... En la eucaristía escuchamos su Palabra, que ilumina nuestro sendero y nos indica el camino a seguir… En la eucaristía partimos y compartimos el pan con los hermanos y hacemos comunidad; en la eucaristía somos enviados a prolongar este modo de entender la vida, se nos envía a vivir aquello que celebramos... Por eso "ir a misa" se convirtió en un “precepto”..., porque es algo bueno, algo sin lo cual un cristiano no puede vivir, pues es la fuente en la que se alimenta para amar, para dar la vida como Jesús...

Aprendamos de este Dios que se abaja para ponerse a nuestra altura; ese Dios que lava los pies a Judas, al traidor; que sigue amándonos en medio de nuestras traiciones y olvidos... Aprendamos a acoger y a agradecer su amor y seamos canal por el que ese amor llegue a esta humanidad que necesita, más que preceptos, amor...

Después de la eucaristía, se trasladan las formas consagradas al “Monumento”, donde permanecerán “reservadas”. Allí, se suele tener una noche de oración, que muchos denominan Hora Santa. El sentido de esta vela nocturna es acompañar a Jesús en su Oración en el Huerto de Getsemaní, donde después de una gran lucha interna, acepta la entrega de la propia vida, y acompañarlo, también, en aquella noche en la que fue abandonado por sus discípulos y tomado prisionero a la espera de un juicio cuya sentencia ya estaba dictada.

Participemos de estas celebraciones y unámonos a toda la Iglesia, a todos los cristianos dispersos por el mundo y renovemos nuestro compromiso de vivir como Jesús, de hacer lo que Él hizo, y dispongámonos a acompañarlo a lo largo de su pasión.

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