jueves, 28 de julio de 2016

Abrámonos a lo nuevo...! (Mt 13, 47-53)

Uno de los grandes descubrimientos de la neurociencia es la plasticidad del cerebro, lo que supone la constatación de que el ser humano nunca pierde la capacidad de aprender -salvo que padezca alguna enfermedad degenerativa- y tiene una enorme capacidad de abrirse a lo nuevo. Me atrevería a decir que es precisamente esa apertura a la novedad el motor de la ciencia, de los descubrimientos y lo que nos mantiene vivos e ilusionados cada mañana... Siempre hay algo nuevo por descubrir, por explorar, por vivir.
Al concluir la sección destinada a las parábolas, que lo que han pretendido es explicarnos la novedad de la propuesta de Jesús, Mateo pone en labios del Maestro: "Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo."
Jesús nos invita a abrirnos a la novedad del evangelio. Y es que, aunque estamos hechos para abrirnos a lo nuevo, muchas veces nos dejamos llevar por nuestras inercias, por lo que hemos hecho toda la vida... Tenemos ya nuestra idea sobre Dios, sobre cómo funciona la vida, los demás, incluso sobre mí mismo... Y eso puede llegar a cerrar nuestros ojos y nuestro corazón para descubrir lo nuevo que Dios nos entrega cada día.
No se trata de andar buscando novedades; eso es otra cosa. Se trata de aprender a mantener lo "antiguo", que permanece siendo válido, y, al mismo tiempo, incorporar nuevos aprendizajes... Esto es lo que nos mantiene vivos... Hacer las cosas de manera distinta, aprender un nuevo idioma, viajar, conocer personas diferentes, incorporar nuevos hábitos, comprometerse en un voluntariado... Cosas que a lo mejor he querido hacer siempre pero que, por un motivo u otro, hasta ahora no he hecho.
Jesús se encontró con personas que prefirieron lo de toda la vida. Lo nuevo genera resistencia. Y encontró también personas que supieron acoger su novedad, entender la religión no como un conjunto de normas, prácticas y preceptos que nos dan seguridad, aunque a veces puedan llegar a ser como una carga, sino como amor... La experiencia religiosa es descubrir y experimentar que Dios es alguien que nos ama, que se preocupa por nosotros, que nos quiere felices y, por tanto, descubrir que nuestra vida también es amor, amor que se dona, que se entrega, que se convierte en don para los demás.
Abrámonos a lo nuevo que Dios nos regalará el día de hoy!
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