lunes, 4 de julio de 2016

"Tu fe te ha curado". (Mt 9, 18-26)

Cuando contemplamos los denominados "milagros" de Jesús, nos solemos quedar maravillados por lo que hace: devuelve la vista a los ciegos, hace caminar a los paralíticos, limpia a los leprosos... Sí, habitualmente nos quedamos en los "qué", lo cual, siendo importante, se centra más en lo externo. En las actuaciones de Jesús, sin embargo, es muy importante fijarnos en los "cómo". Impresiona ver los detalles, la delicadeza, la ternura... Son los "cómo" lo que suele hacer a los hechos distintos, significativos... Yo puedo hacerte un favor, y esto de por sí ya es importante, pero puedo hacértelo de buena gana o de mala gana, con cariño o a regañadientes...
El relato de hoy nos presenta dos milagros, la curación de una mujer que sufría hemorragias continuas, es decir, que pierde vida a borbotones, y la resurrección de una niña que se asomaba a la vida adulta. El factor común de ambas es la pérdida de vida... Con estos dos milagros, Jesús se manifiesta claramente como el Señor de la vida, que ama y da la vida en plenitud..., y que quiere que la vivamos plenamente, una plenitud que solo la puede dar El.
En la primera curación, me ha llamado la atención el "cómo". Una vez obrada la curación, Jesús dice a la mujer: "Animo, hija. Tu fe te ha curado". Jesús no solo le devuelve la salud; le devuelve la confianza, la dignidad... No vuelve la mirada hacia Él, "mirad lo que hecho!", sino hacia la mujer, alguien insignificante, que no cuenta... Esto sí que es delicadeza, amor fino... Y la alaba en público, le hace caer en la cuenta de lo grande que es su fe, una fe capaz de mover montañas... Con ello, la mujer queda plenamente recuperada..., no solo deja de escapársele la vida, sino que queda rehabilitada en su ser de mujer creyente...
Escuchemos hoy esas palabras de Jesús dirigidas a nosotros... Escuchemos ese "Ánimo, no desfallezcas, acércate a Mí y toca la orla de mi manto... Ánimo, confía..." Y esa confianza, nos fortalecerá por dentro, nos hará recuperar nuestra energía, experimentar la vida de una manera plena, y llenará nuestro corazón de alegría y agradecimiento, nos hará descubrir de todo lo que somos capaces si tenemos fe.

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