miércoles, 13 de julio de 2016

Dios se revela a los sencillos. (Mt 11, 25-27)

Qué cierto es, Señor, que Tú te revelas a los sencillos...!
No es extraño que algunas personas digan que no entienden este texto, pues daría la impresión de que Dios "discrimina" a los sabios y entendidos y, en cambio, "prefiere" a los sencillos. Y, la discriminación, no es propio del Dios que se nos revela en Jesús... Dios no prefiere a unos y excluye a otros... Si fuera así, Dios sería el responsable de que unos le conozcan y otros no... Y, la verdad, esto no puede ser...
Entonces, qué es lo que Jesús está queriendo decirnos...? Y viene a mi mente y a mi corazón una de las bienaventuranzas: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios...
Y, sí, cuando tenemos el corazón limpio, transparente, sin dobleces, nuestra mirada se torna también limpia y transparente, y vemos la realidad con sencillez y simplicidad, sin buscarle patas al gato, sin armarnos líos en la cabeza, sin leer torcidas intenciones... 
Cuando nuestra mirada es transparente, cuando miramos con amor, las cosas, las personas, las situaciones brillan, se iluminan, y nos resulta más fácil, casi espontáneo, ver a Dios presente en todo y en todos...
Dame, Señor, un corazón sencillo, sin complicaciones;
un corazón sin prejuicios, que mire a los demás sin juzgarlos,
sin torcidas intenciones;
dame una mirada limpia, que vea lo positivo de la vida, de las situaciones...
Entonces, Señor, aparecerás diáfano ante mis ojos,
te revelarás en todo tu esplendor...
No porque antes te me hayas escondido,
pues siempre estás ante mis ojos, en mi corazón,
sino porque, entonces, estaré en disposición de verte...
Gracias, Señor, por las veces en que te me has revelado,
por las veces en que me has hecho experimentar tu amor
de manera sencilla,
en lo cotidiano de la vida,
por las veces en que te han visto mis ojos,
en que te ha descubierto mi corazón...
Y libérame, Señor, de mis líos internos,
de mis juicios retorcidos,
de mi corazón obstinado...
Que caigan las escamas de mis ojos,
que se ablande mi corazón,
para poder vivir eternamente en tu presencia...

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