miércoles, 6 de julio de 2016

Con el poder de Jesús. (Mt 10, 1-7)

"En aquel tiempo, Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia".
Jesús ha sabido ver siempre al ser humano en su esencia, en ese núcleo que permanece incontaminado, lleno de amor y de luz, pues es lo más auténtico de su ser, dado que en cada uno de nosotros habita Dios como una pequeña semilla llamada a crecer y dar fruto. 
Desde esta mirada profunda, Jesús ve que, muchas veces, esa semilla se encuentra ahogada, mas no muerta... Ve esa maravilla que somos y todo lo que podríamos llegar a ser... Y constata, con dolor, que muchas veces esta maravilla que somos no sale a la luz, porque estamos "poseídos" por el mal. 
La lucha de Jesús no es contra "los malos" sino contra el mal que oprime al hombre, que lo deshumaniza y que lo convierte en instrumento de deshumanización y de muerte... Por eso, la expresión "estar poseídos por el mal" es bastante gráfica. Refleja esa experiencia de no ser nosotros mismos, de hacer cosas de las que nos avergonzamos y arrepentimos, como si estuviéramos "poseídos", manejados por otro que no soy yo... Esta experiencia, tantas veces dolorosa, llevó a decir a Pablo: "constato en mí que muchas veces hago el mal que no quiero y dejo de hacer el bien que quiero... Quién me librará de esta fuerza que me conduce a la muerte?" Y responde con convicción  y agradecimiento: "Cristo Jesús!"
Sí, Jesús pasó por la vida haciendo el bien, liberándonos del mal, de toda enfermedad y dolencia... Esa es una de las claves de lectura del evangelio... Todo lo que Jesús hace va encaminado a liberarnos del mal en sus múltiples expresiones, que siempre causan dolor... Y lo maravilloso es que comparte este poder con nosotros... No nos envía simplemente a "hacer cosas"; nos envía a ser instrumentos de vida, de luz para los demás, a liberarlos de lo que los oprime, de lo que no los deja ser ellos mismos...
Tomemos consciencia de ese poder que hemos recibido y pongámoslo en acto. Seamos instrumento de vida, de luz, de liberación... Que al contacto con nosotros, las personas se sientan mejor, se sientan movidas a sacar lo mejor de ellas mismas y desplieguen todo su potencial... Que seamos instrumentos de vida y salvación a través de los cuales Dios pueda actuar... Sintámonos como canales por lo que pasa su fuerza salvadora y sanadora, como el agua que convierte en un hermoso jardín zonas que parecían un erial...

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