jueves, 21 de julio de 2016

Dichosos vuestros ojos porque ven... (Mt 13, 10-19)

Todos conocemos el refrán "no hay peor sordo que el que no quiere oír ni peor ciego que el que no quiere ver". Pues este refrán nos ayuda a entender el evangelio de hoy.
En el capítulo 13 del evangelio según San Mateo, se han agrupado algunas parábolas de Jesús. Después de narrar la primera, le preguntan por qué habla en parábolas, es decir, a través de cuentos e imágenes. Y Jesús responde: "les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender."
El lenguaje parabólico nos obliga a detenernos, a pensar, a preguntarnos por su significado, con lo cual pone de manifiesto quién tiene interés en saber lo que Jesús quiere decir y quién, sencillamente, pasa de largo o, incluso, lo malinterpreta. Diríamos que este modo de hablar actúa como un filtro.
Y Jesús, a continuación, cita unas palabras del profeta Isaías: 
"Oiréis con los oídos sin entender;
miraréis con los ojos sin ver;
porque está embotado el corazón de este pueblo,
son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos,
ni entender con el corazón,
ni convertirse para que yo los cure".
Muchas veces me han preguntado sobre el sentido de estas palabras. Algunos quedan desconcertados, pues piensan que es Dios el responsable de que unos entiendan y otros no, de que unos crean y otros no. Realmente no sé por qué tenemos esa tendencia a responsabilizar a Dios de nuestras propias acciones. Con las palabras de Isaías, Jesús viene a decirnos cuál es la raíz de muchas de nuestras sorderas y cegueras: el corazón embotado, duro, cerrado... Sí, no hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oír... Y explica el por qué de esa cerrazón: si entendemos, probablemente tendríamos que hacer algunos cambios en nuestra vida y... en el fondo, no queremos... Qué tremendo...
Y, me pregunto, cómo está mi corazón? Es un corazón abierto, transparente, sano? Lo sabré si observó mi mirada... Si mis ojos ven con facilidad a Dios presente en mi vida, si mis oídos escuchan con facilidad las llamadas que me hace constantemente y respondo a ellas...
Por eso, Jesús concluye diciendo: "Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron." Sí, démosle gracias, porque tenemos la suerte de conocer a Jesús y estar abiertos a su Palabra... Y ayudemos a que otros también puedan conocerlo, amarlo y seguirlo...

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